En la tarde del domingo 11/7 me dirigí en mi bicicleta hacia Centro Habana, lugar donde mayor número de personas se concentraban para exigir libertad. En ese andar por las calles me encontré muchas escenas fuertes y desgarradoras hasta el punto de sacarme las lágrimas; la represión no creía en mujeres, menores ni ancianos, todos eran castigados incluso hasta por el simple hecho de documentar lo ocurrido con un teléfono celular. Así llegué hasta las cercanías de Galeano donde una estampida de personas intentaban escapar de la represión, entre tanta multitud pasó por delante de mí una mujer corriendo calle abajo, y tras ella un policía vestido de azul con la cara llena de complejos y odio, se notaba su deseo por lincharla y así fue, le lanzó una porra por las piernas y calló al suelo, otros tres policías llegaron también y juntos la empezaron a patear, solo uno de ellos alertó que no debía ser golpeada y se mantuvo al margen; la adrenalina y la impotencia me hicieron reaccionar y desde mi bicicleta les grité que dejarán el abuso, que por favor se detuvieran, pedí a gritos a las personas en lo balcones que documentaran lo que estaba pasando y que no se quedarán simplemente mirando, que no fueran cómplices de tal violencia.
En ese momento tres agentes de la seguridad con pantalones verde olivo llegaron y me tumbaron de la bicicleta, me esposaron hasta cortarme las muñecas y mi bicicleta la patearon diciendo que no la volvería a ver, así entre maltratos y ofensas me llevaron por dos cuadras, delante de mí uno de ellos corría con mi bici y gritaba que esa bicicleta ahora sería de Fidel, de Canel y del pueblo, no podía creer lo que escuchaba; así me llevaron hasta uno de sus superiores quién determinó que me llevarían en un carro junto a mi bicicleta (este fue de los pocos que no me ofendió) me montaron en un lada rojo y me estuvieron diciendo gusano, escoria y que yo iba a saber lo grande que era la revolución, estos ni siquiera sabían por qué causa me llevaban y ante mi pedido de que me aflojaran las esposas me gritaron que me callara y que aguantara como un hombre…Así llegamos a la estación de Zanja donde volvieron a lanzar mi bicicleta diciendo que la convertirían en chatarra para la revolución y a mi me recibieron en la entrada con un mitin de repudio que coreaba viva Díaz Canel y Viva la revolución.
Me quitaron el teléfono y me llevaron hasta una oficina para quitarme las esposas, ahí estaba una madre con su hija ambas con los ojos hinchados, habían recibido gas pimienta y el llanto de ambas era estremecedor; luego me llevaron hasta un calabozo de 4 metros por 4 metros, cuando llegué éramos 13, cifra que a la hora se había convertido en 30, entre ellos 3 menores de edad de entre 16 y 17 años, heridos, personas sangrando, otros con fracturas, algunos descalzos, otros habían perdido sus nasobucos en sus respectivas detenciones y un extranjero quien luego de una hora fue puesto en libertad. Uno de estos menores estaba muy asustado y mostraba preocupantes síntomas de hipoglucemia, pedimos que fuera atendido y la reacción fue muy lenta, fue sacado de la celda unas dos horas después y junto a él, un señor de unos 50 años que tenía un dedo desgarrado por un portazo cuando era montando violentamente en la patrulla. Así empezamos a conocernos todos y a hacer empatía, muchos jóvenes con preocupaciones e ideas frescas, inteligentes y con mucha sensibilidad, todos mostramos nuestras posturas y era evidente que nos unía muy fuerte nuestro amor por Cuba y por su libertad.
Para sorpresa nuestra regresó el señor del dedo desgarrado, con el brazo enyesado y aún rabiando del dolor, le habían puesto 15 puntos y nos dijo, señores no estamos solos, la gente sigue en las calles y afuera de la estación hay un mar de personas, sin dudas fue el momento más emocionante y motivador de la noche, uno de los muchachos dijo, cantemos el himno nacional a la cuenta de tres, juro que nunca antes había escuchado ser cantado nuestro himno con tanta fuerza, se unieron todas las celdas en el canto y a más de uno le saltaron las lágrimas, no quería que se acabara nunca. Poco a poco fuimos relajándonos, no nos brindaron comida y a la hora de tomar agua teníamos un jarro para los 30, del cual personalmente no quise tomar, por lo tanto había que guardar energías, hicimos espacio para que durmieran acostados los que en peores circunstancias se encontraban, y otros no dormimos, era mucha la preocupación y más por la imposibilidad de hacer alguna llamada. Los que quedamos despiertos estuvimos cantando varias canciones, recuerdo con especial cariño Ansias del alba de Santiago Feliú.
Así empezó a llegar a cada cierto tiempo un guardia que nos decía que nuestro destino era Villa Marista y que poco a poco se iría llevando a uno por uno…se pueden imaginar la tensión. Justo a las 3 am quedábamos unos 15 o 20 y decidieron cambiarnos de calabozo, el nuevo destino era 20 veces peor, éramos unas 50 personas, la celda era más cerrada y la peste y los malos olores eran asfixiantes, no podía creer que nos fueran a dejar ahí, la causa al parecer fue que seguían llegando más personas y había que apiñarnos más. En este lugar el señor que tenía la lesión en el dedo se desmayó, perdió el conocimiento, nunca le dieron ni una pastillas a pesar de lo mucho que lo imploramos, parecía que se iba, no reaccionaba con nada, cerró los ojos y empezamos a dar golpe a las paredes y a la reja exigiendo que le dieran atención de inmediato pues esta persona podía morir, pedimos que nos ayudara a sacarlo, medía unos dos metros y pesaba bastante, el guardia dudó un poco, pero finalmente nos ayudó.
Los gritos eran de horror cada vez que traían a alguien, se escuchaban mujeres gritando y golpes fuertes. Ya estaba amaneciendo y cada vez éramos menos en la celda, aunque afuera seguían llegando más personas que por alguna razón los tenían sentados en los pasillos. Finalmente llegó mi turno de ser interrogado, pude decir la razón de mi detención, dije toda mi verdad y ellos la aceptaron, buscaron mis pertenencias y me las entregaron, a mi salida me impresionaba mucho ver policías con sangre en sus uniformes y caras de preocupación…
Debo decir que he visto muchos vídeos y fotos fuertes de todo lo ocurrido, para mi sorpresa encontré en algunos de ellos a muchos de los que conocí esa noche, mis respeto y admiración para todas estas valientes y lindas personas y OJO: muchos de ellos aún continúan desaparecidos.